BARCE-LONAS

Hace unos días, salió en los medios la buena noticia de que la catedral de Barcelona iniciaba una nueva etapa en su proceso de rehabilitación gracias al patrocinio de un popular conglomerado de empresas coreano. Los titulares de los artículos eran muy claros: “Polémica en Barcelona: una lona publicitaria cubre la Catedral”, e inmediatamente se hacía eco de la protesta ciudadana ante este hecho calificado de lamentable. Falta de respeto al patrimonio histórico, la principal acusación. Que se lo pregunten al cimborio y las cubiertas, que siguen siendo una asignatura pendiente.

ZOWY VOETEN. El Periódico.

El hecho nos trajo a la memoria cuando, en 1986, y estimulados por las recientes recuperaciones con ayuda publicitaria del Arco de Triunfo de París y la Estatua de la Libertad de Nueva York, se nos ocurrió cubrir La Pedrera de Gaudí, con una lona de obras en la que se daba las gracias a la implicación de Caixa de Catalunya en su rehabilitación. También en aquellos momentos fueron frecuentes los comentarios sobre la falta de respeto al patrimonio, privando a la ciudad y a sus visitantes de la visión de un monumento tan importante. Se unieron a las críticas los que se oponían al lavado de cara de la piedra centenaria, aludiendo a que el negro que la cubría, producto del tráfico y la contaminación, no era sino la pátina del tiempo, y que desprovista de aquella capa de negrura perdería el prestigio de lo antiguo.

Ni qué decir tiene que la Casa Milà se recuperó por fuera y por dentro, y hoy sigue siendo uno de los atractivos más importantes de la ciudad. En los últimos años el paso del tiempo la ha tintado de nuevo, y en diversas ocasiones se ha vuelto a cubrir con una lona publicitaria para recuperar su atractiva arquitectura original.

Pero en Barcelona no son solo los edificios catalogados o los monumentos de más valor los que se han ido gradualmente recuperando con la ayuda de patrocinios recompensados con contrapartidas publicitarias, siempre limitadas a la duración de las obras. Han sido también miles los edificios anónimos que, por su importante localización en los flujos de tráfico, han recuperado su luz y su color. Y todo ello sin olvidar que el importante rendimiento económico generado por estas lonas no solo ha rehabilitado fachadas en la zona central de la ciudad, sino que con los excedentes de las cantidades generadas han sido cientos de paredes medianeras, principalmente en barrios periféricos, las que se han recuperado, dentro del necesario cambio de piel de la ciudad.

Cuando Barcelona, posa’t guapa, una vez recuperados los andamios -al principio inexistentes- y las empresas de rehabilitación de exteriores, y controlada la publicidad exterior, se decidió a impulsar, dentro del programa de patrocinio de Barcelona Esponsor, las acciones de colaboración mediante publicidad en las lonas, fue un no parar.

Nada nuevo bajo el sol. Recientemente son muchas las ciudades que han recurrido a los recursos que aportan las lonas publicitarias, más o menos artísticas, también sobre patrimonios históricos del máximo nivel. El Puente de los Suspiros de Venecia, o el Coliseo de Roma, sin ir más lejos. Naturalmente todas estas acciones siempre han convivido con la polémica.

La Catedral de Barcelona, que ya fue objeto de un plan de rehabilitación presentado por la Fundación La Caixa en octubre de 1991, tiene graves problemas constructivos. Desde el año 2002, un equipo de profesionales dirigido por los arquitectos Mercè Zazurca y Josep Fuses programan actuaciones y van haciendo arreglos, pero falta dinero para la gran inversión necesaria. El esfuerzo que llevan a cabo Ayuntamiento y el Arzobispado de Barcelona, la Generalitat de Catalunya, el Ministerio de Vivienda y el Ministerio de cultura (a través del Instituto Nacional de Patrimonio Histórico) para reunir los 5,2 millones de euros que son necesarios, no acaba de resolver el problema. Por eso cualquier ayuda privada es importante.

La memoria es débil, pero si miramos atrás ya ha habido anteriores rehabilitaciones con lonas publicitarias. En 2008, Telefónica, S.A. y el Grupo Santander, se comprometieron a aportar 400.000 euros destinados a la rehabilitación de la fachada, a cambio de que sus logotipos aparecieran cubriendo los andamios que dan a la plaza. El que no tuvo lona fue el patrocinio de SAPIC, que en 1991, ayudó a instalar un ascensor que da acceso a las terrazas y al cimborrio que hoy se recuperan.

Quienes hoy comentan el tema de manera alegre por las redes sociales ignoran la complejidad que supone la restauración de un elemento patrimonial como la Catedral de Barcelona. Aún así, frente a algunos comentarios destructivos e hirientes que llegan a referirse a Jesús expulsando a los mercaderes del templo (Mateo 21, 12-13), hace ilusión ver como un comentarista, supuestamente inglés, incorpora al debate unos versos de Lord Tennyson en los que asimila el cimborrio de la catedral a los brazos de Maud:

«O that twere possible
After long grief and pain
To find the arms of my true love
Round me once again!
«

Estamos seguros de que a Josep Maria Martí i Bonet, delegado episcopal del Patrimonio Cultural del Arzobispado de Barcelona, que tanto ha trabajado en este tema, le habrán hecho ilusión.

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