La campaña, con el aburrido nombre de: «Campaña para la protección y mejora del paisaje urbano«, se aprobó por unanimidad por el Consejo Plenario del Ayuntamiento de Barcelona el 11 de diciembre de 1985, a propuesta del entonces Concejal de Sanidad Joan Clos. Al mismo tiempo, se aprobó la creación del Comisionado del Alcalde para el paisaje Urbano. Pasados tres meses, el Comisionado del Alcalde fue sustituido por un Comisionado del Ayuntamiento, y la campaña adoptó el nombre de “Barcelona, posa’t guapa” (Barcelona, ponte guapa).
Coincidiendo con la nominación de Barcelona, en octubre de 1986, como sede de los Juegos Olímpicos de 1992, fue aprobado el procedimiento regulador de la campaña por la Comisión de Gobierno, el 19 de noviembre de 1986, y así la campaña fue prorrogada hasta la finalización de los Juegos en 1992.
En 1993, la campaña así como sus órganos gestores fueron cerrados. La fuerte reacción en contra de este cierre por parte de los medios de comunicación y de la ciudadanía obligó al Ayuntamiento a volver a reactivar el proyecto, esta vez en forma de Agencia del Paisaje Urbano. Su creación fue aprobada por unanimidad en julio de 1993, y se mantuvieron a los mandos Ferran Ferrer Viana, gerente; Josep Manuel Clavillé Ingles, director técnico; y Félix Pérez Pérez, gerente adjunto y director de la Oficina Especial de Gestión.
En 1994 se adopta la loseta del trébol como signo gráfico de la campaña, y por extensión de Barcelona.
El 27 de junio de 1997, a propuesta de la concejal Teresa Sandoval, se aprueba por unanimidad la creación del Instituto Municipal del Paisaje Urbano y la Calidad de Vida (IMPUQV). Posteriormente, en 1999, fue aprobada por unanimidad del Consejo Plenario Municipal la Ordenanza del Paisaje Urbano y la Calidad de Vida, todavía hoy vigente, y a su amparo se crea la Comisión Mixta del Paisaje Urbano.
La campaña nació bajo la dependencia directa del alcalde Pasqual Maragall, lo que le permitió ser transversal y desarrollar su gestión, no sólo en el campo del urbanismo, sino igualmente en sectores como la cultura, el patrimonio, la sanidad, el medio ambiente, el territorio, la comunicación, la señalética o el marketing de ciudad. La cercanía a la Alcaldía y la escasez de presupuesto la impulsan a poner en marcha técnicas de patrocinio para pactar con el sector privado acuerdos destinados a la mejora del paisaje urbano. Nace entonces lo que se conoció como Oficina Barcelona Espónsor.
Su apuesta por la unanimidad del Consistorio en todas las aprobaciones que le conciernen, le permite ir desarrollando acciones al margen de los intereses políticos, al estar bajo un mando político que representa a la ciudad y está al servicio de los ciudadanos.
La campaña insiste desde el primer momento en la importancia de una marca de ciudad basada en el paisaje urbano que ampare un proyecto que, junto a sus objetivos de gestión de uso, rehabilitación, accesibilidad y sostenibilidad, no ha de perder nunca de vista un valor tan importante para la vida cotidiana como la participación de unos ciudadanos orgullosos de vivir en una ciudad implicada en la recuperación de sus señales de identidad.