La gestión del uso del paisaje urbano es el nuevo enfoque que ha aportado el proyecto Barcelona, posa’t guapa al concepto del paisaje urbano, y uno de los elementos en los que se centró el III International Congress on Urban Landscape ICOUL 2023 celebrado recientemente en Barcelona.
Y es que ya no se trata tanto de diseñar o analizar los componentes patrimoniales del paisaje urbano, para lo que ya existen grandes especialistas, como de empezar a tener en cuenta la versatilidad de valor de uso que tienen los elementos del paisaje para satisfacer una necesidad ciudadana.
A partir de este valor de uso, el reto no està únicamente en mejorar la forma o el diseño del elemento para mejorar su utilidad, sino en gestionar, entre todos los usos posibles, aquellos que satisfagan a largo plazo la función asignada. No solo por su utilidad, sino incorporando una forma de gestión que asegure su mejora, mantenimiento y continuidad.
Recientemente, algunos destacados economistas compañeros de estudios del alcalde Pasqual Maragall, se han puesto en contacto con nuestro congreso para hacernos ver la importancia que en este modelo tiene, junto al valor de uso, la incorporación paralela de la gestión del valor de cambio.
Incorporar al valor de uso el valor de cambio supone en muchos casos mejorar o complementar el valor de uso de un bien a cambio de la percepción de un beneficio inmediatamente aplicable al mantenimiento del valor de uso global del conjunto del paisaje urbano.
Parece evidente que un elemento del mobiliario urbano que en su valor de uso nos anuncia el horario de la llegada de autobuses, incorpora también un valor de cambio como soporte de anuncios que pueden aportar recursos para el mantenimiento del paisaje. De igual forma las marquesinas, carteleras, banderolas o las lonas publicitarias temporales en la rehabilitación de fachadas, o el uso temporal de espacios del paisaje, debidamente controlados y limitados por la Comisión Mixta de Paisaje Urbano, suponen la aportación de recursos económicos para la protección y mejora del paisaje urbano debidamente amparados en su legalidad por la Ordenanza del Paisaje Urbano y la Calidad de vida.
En la reflexión sobre estos temas no haría falta remontarse al filósofo griego Aristóteles, que fue uno de los primeros en distinguir entre el valor de uso y el valor de cambio cuando en “Política” dejó constancia de que, por ejemplo, un zapato añade a su valor de uso como calzado su valor de cambio. De hecho, el que cambia su zapato por dinero o por alimento a quien lo necesita, utiliza el zapato en cuanto zapato, pero no según su propio uso, pues no se ha hecho el zapato para el cambio.
Sostenidos y amparados por la permisibilidad de lo que no es más que un artículo efímero podríamos pasar por Adam Smith, que en su análisis del valor comienza por diferenciar el valor de cambio del valor de uso. Define al primero como la utilidad de un objeto particular, y al valor de cambio como la capacidad que tiene un bien para adquirir otros objetos.
Por ahí, llegaríamos a Marx, para el que el valor de cambio es algo así como lo que vale algo en términos de qué más se puede obtener por él.
“El valor de cambio aparece de pronto como la razón cuantitativa, la proporción en la cual se cambian los valores de uso de una clase por valores de uso de otra clase, relación que cambia constantemente con el tiempo y el lugar. Por eso, el valor de cambio parece cosa de azar y puramente relativa, y un valor de cambio interior a la mercancía, inmanente (valeur intrinsèque) se presenta como una contradictio in adjecto.” El Capital, Libro primero. Grijalbo, Barcelona 1976, vol.1, p. 43-44.
Pero parece evidente que por ahí podríamos entrar en una discusión innecesaria con los economistas para los que el valor de cambio -difícilmente gestionable en términos de paisaje urbano- sería de una magnitud determinada por la cantidad de trabajo socialmente necesaria para producir la mercancía, Las leyes del mercado determinan el valor de cambio, mientras que el valor de cambio al que aludimos nosotros como objeto de gestión se refiere a añadir un nuevo valor de uso y considerar la oportunidad de ampliar la utilidad de uso de un determinado componente del paisaje urbano por otros nuevo usos, pero haciéndolos compatibles.
El resultado de esta opción del valor de cambio que contempla ICOUL se debe leer en términos de city brandig y de aprovechamiento de una marca de ciudad.
En palabras del prestigioso arquitecto Amador Ferrer Aixelà en su escrito VALORACIÓN Y GESTIÓN DEL PAISAJE URBANO: ESTRATEGIAS DE ACTUACIÓN*, publicado en el año 2000, los resultados de este modelo de gestión por parte de la Campaña Barcelona, posa’t guapa, se resumen así:
“El aspecto quizá más significativo de la campaña, es el alto número de acciones singulares realizadas, especialmente en edificios históricos (un ejemplo destacable es la llamada “Ruta del Modernisme”, que consolida un circuito permanente), a partir de convenios entre Ayuntamiento, instituciones y particulares. La lista es interminable. Señalemos solamente las nuevas vidrieras de Santa María del Mar, la ampliación de la Casa Ardiaca, la recuperación de la Farinera del Clot, la urbanización de la plaza de Islandia, la restauración de vidrieras y colores en la sede del distrito de Sants-Montjuic, la recuperación de los rosetones del Saló del Tinell, la remodelación de las fachadas de la Sastrería Modelo, de los almacenes El Indio, o del restaurante Orotava, la restauración de la iglesia de los Josepets, etc. E incluso incidiendo en detalles como el dotar de movimiento, después de muchos años, las aspas del popular local El Molino, o participando en acontecimientos efímeros como el diseño de lonas protectoras, el diseño gráfico de exposiciones temporales o el engalanamiento de la ciudad con motivo de la boda de la infanta Cristina”.
No hace falta añadir mucho más. La incorporación a la gestión pública del valor de uso ampliado por el de cambio, además de contribuir al mantenimiento del paisaje, fortalecer la preservación de las señales de identidad y reforzar el orgullo de ciudad entre los ciudadanos, nos ofrece unos resultados espectaculares.
Más de todo esto en el IV Congreso ICOUL 2025, a celebrar en San José de Costa Rica.