Paisaje urbano y seguridad: Realidad y percepción

Parece evidente que la seguridad afecta al uso del paisaje urbano.

Para nosotros es básico el valor de uso del paisaje urbano como un bien público. La inseguridad cuestiona el valor utilitario del paisaje urbano y, en consecuencia, limita el potencial de su uso por la ciudadanía.

Justamente uno de los aspectos más importantes que el alcalde Collboni ha incluido en su Pla Endreça, para el mantenimiento del paisaje urbano, ha sido el tema de la seguridad. El teniente de alcalde Albert Batlle está contribuyendo de forma eficaz a este objetivo.

Hay que reconocer que la seguridad, como el mismo paisaje, tiene un carácter transversal que afecta a diversos sectores de actuación municipal: un atraco, la caída de un árbol, un accidente por atropello o el desprendimiento de una parte de la fachada. Todos estos riesgos deben ser considerados en la gestión del uso del paisaje urbano, tratando de colaborar en su disminución.

Es muy importante la ausencia de riesgo que permita la convivencia y el desarrollo de los roles de la ciudadanía sin temores ni preocupaciones. La inseguridad es algo que afecta al uso del paisaje y que debe ser tenido muy en cuenta por quien se limita a valorar el paisaje urbano por consideraciones estéticas vinculadas exclusivamente con la percepción de la belleza.

Ese fue uno de los elementos que aprendió en su propia piel la campaña Barcelona, posa’t guapa cuando, tras un par de años de funcionamiento, ante unos accidentes dramáticos, tuvo que añadir el “Posa’t guapa i segura”.

No habría que olvidar que últimamente, el paisaje urbano actual también esta sujeto a la conveniencia de cambios protectores del espacio público frente a la amenaza de atentados terroristas. Bolardos, maceteros o el uso de otros elementos reforzados del mobiliario urbano, estratégicamente colocados, suelen ser un elemento más a tener en cuenta en temas de seguridad.

Es cierto que la ordenación de la seguridad debería ser plenamente objetiva; aunque la percepción de inseguridad de cada persona incorpora aspectos muy complejos en los que la subjetividad juega un papel muy activo.

El Paisaje Urbano no puede ser el territorio de la inseguridad o de los miedos ni convertirse en un tema recurrente de las campañas electorales tal como ha sucedido en muchas grandes ciudades en las que hasta ahora, espacios seguros apropiados para las relaciones sociales, experimentan la sensación de que la inseguridad no es una cuestión de espacios excepcionales, centrales o turísticos sino de espacios cada vez más próximos.

Hablar hoy del tema de la seguridad nos hace recordar una de las buenas prácticas realizadas por el Ayuntamiento de Barcelona en la primera época democrática bajo la alcaldía de Narcís Serra y de Pasqual Maragall.

Nos referimos a la creación del primer servicio municipal de Protección Civil constituido en España, (1979 -1982). Un proyecto que dio lugar a que se conocieran el economista Ferran Ferrer Viana y el arquitecto Félix Pérez, que más adelante han dado lugar a otros proyectos singulares como Barcelona, posa’t guapa y tantos otros de tan diversas características como el AMUC (Arxiu Municipal Unificat de Contribuents), servicios de fibra óptica, ordenación de archivos y almacenes, servicios de catering, etc.

En aquellos momentos, febrero de 1979, ante la creación de una Oficina Técnica de Protección Ciudadana con objeto de colaborar desde el Ayuntamiento de Barcelona con el sector privado y otras Administraciones Públicas en la preservación de personas y bienes en situaciones de emergencia y eventos de especial relevancia, se crea un nuevo servicio, con la dotación de recursos humanos extra-municipales que, previa formación organización y dotación de medios, debían estar disponibles, a nivel ciudad, de cara a los Mundiales de Fútbol de la FIFA de 1982.

Así, en el Área de Protección Ciudadana Municipal (Guardia Urbana, Bomberos y la Unidad de Servicios), a partir de un viaje a Dinamarca de Ferran Ferrer Viana para conocer los servicios privados de Falck, nace la idea, entre sus funcionarios, de la necesidad de impulsar un nuevo servicio de ayuda y de interés ciudadano en la participación directa en grandes eventos y ante posibles situaciones de emergencia y complejas amenazas de catástrofes naturales, industriales o tecnológicas.

A la idea le da pleno apoyo Antonio Figueruelo Almazán, en aquellos momentos Delegado de Promoción Ciudadana, que con posterioridad, el 8 de diciembre de 1982, es nombrado el 1er. Director General de Protección Civil del Ministerio del Interior. Siendo Narcís Serra Ministro de Defensa, (02 de diciembre de 1982- al -12 de marzo de 1991 y Vicepresidente del Gobierno del 1991 al 1993).

Así, a finales de 1980 tiene ya lugar la presentación del nuevo servicio municipal y equipos al Alcalde Narcís Serra, con la presencia de una representación de los “Voluntarios de Protección Civil”. y los vehículos, coches y furgonetas, (patrocinadas por SEAT y Mercedes) pintadas con el nuevo anagrama. Concertándose incluso el uso puntual de un servicio de helicópteros.

En aquellos momentos se habían inscrito más de 3.000 personas como voluntarios que formaron la primera promoción de la Escuela de Protección Civil, instalada en el Pg. de Maragall. Cabe destacar el esfuerzo de colaboración público privado que representó este proyecto, que no contaba con presupuesto municipal.

Desde el principio el proyecto de protección civil, desarrollado en Barcelona, se organizó como forma de contribuir a la seguridad ciudadana objetiva coordinando un conjunto de sistemas de protección de la vida y los bienes de los ciudadanos ante los riesgos o amenazas provocados por distintos factores.